Es Ingeniero de Telecomunicaciones, pero lo que verdaderamente apasiona a Javier Ortuondo es el mar. La combinación profesional perfecta la ha encontrado en Bajoelagua Factory, un proyecto que le permite desarrollar su perfil profesional como Director Técnico y estar en pleno contacto con el océano.
El tesoro del proyecto es Crusoe Treasure, una bodega submarina en Plentzia de la que se obtiene un vino único, de una redondez solo posible gracias a la magia del mar.
Como ingeniero, lidera innovadores trabajos en el campo de la oceanografía, como filmaciones submarinas con robots teleoperados o vehículos submarinos para la limpieza de zonas a las que los buzos no pueden acceder.
Su sueño: navegar. Algo que ya hace con su familia y amigos, y para su suerte también en el trabajo. Y es que Crusoe Treasure cuenta con barco propio.
¿Qué sientes si te decimos la palabra mar?
Libertad, tranquilidad y respeto.
Ya eras un apasionado del mar antes de formar parte de Crusoe Treasure ¿Cómo llegaste hasta este proyecto?
Desde pequeño siempre he soñado con largas singladuras marinas y hoy es el día que aún lo sigo pensando. Por eso, tras más de 15 años de experiencia en varias ingenierías de telecomunicaciones, decido dar el salto al proyecto Crusoe Treasure. Lo vivo como una apuesta personal para aunar mi pasión por el mar y la oportunidad de trabajar en un ilusionante proyecto innovador.
¿También eres un apasionado del vino?
Pues a decir verdad, me gustaría saber más de vino. Es una de mis asignaturas pendientes. Aprendo de nuestro enólogo Antonio Palacios, un crack. Antonio es capaz de decirnos qué matices va a tener el vino antes de sacarlo de la bodega submarina.
Cuéntanos por qué el vino de Crusoe Treasure es tan especial.
Nuestro vino, no sólo es especial por sus características enológicas que lo hacen mucho más redondo, sedoso y con unos taninos mucho más integrados, si no también por ser un producto 100% ecosostenible que obtiene sus características especiales directamente de la energía del mar.
¿Cuál es vuestro mercado y vuestros retos?
Actualmente nuestros productos se venden en países como Rusia, Alemania, China y EE.UU y nuestros retos futuros, además de consolidar el mercado y nuestra marca, serían la creación de otras bodegas submarinas en otros mares del mundo. En España estamos abriendo mercado en el sector regalo de empresa. Grandes empresas se están interesando.
No solo os dedicáis a la producción de vino. También trabajáis el área de la oceanografía con el proyecto Under Oceans, donde tu perfil profesional desarrolla un gran papel.
Sí, estoy encantado porque desarrollamos proyectos muy innovadores relacionados con la ingeniería, la biología, la inspección submarina… Es donde más contacto tenemos con el mar. Gracias a nuestro barco Crusoe Treasure desarrollamos diversos proyectos oceanográficos por todo el Cantábrico, como estudios geológicos del fondo marino o filmaciones submarinas con robots teleoperados.
También diseñamos vehículos submarinos teleoperados (ROVs) con múltiples aplicaciones como la limpieza de los mejillones incrustados en tuberías submarinas, donde la capacidad de trabajo de los buzos es muy reducida.
En la oficina init te apodan “MacGyver”
Eso es algo genético. En general en la familia somos incapaces de ver algo que no funciona y no desmontarlo de inmediato.
Trabajáis por el conocimiento y el cuidado del mar ¿Algún sueño en ese sentido?
Me siento muy identificado con nuestro lema: Por el conocimiento del mar. Ojalá algún día seamos capaces de ver el mar como algo más que una lámina de agua o una franja costera donde rompen las olas o nos bañamos con nuestros hijos. El mar es mucho más, no sólo en extensión, si no también en profundidad, donde muchas veces nos olvidamos de todo aquello que está bajo la superficie y pensamos en él como una pescadería, olvidándonos del potencial que tiene tanto a nivel de recursos alimentarios, como energéticos.
Y a nivel personal, cuando le mecen las olas, ¿Con qué sueña Javier Ortuondo?
Pues a decir verdad, son muchas las noches que tras un día duro me duermo en la cama pensando que estoy en el camarote de mi barco navegando a vela, oyendo la mar de fondo y esperando a que me llamen para el cambio de guardia.